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Gerardo Diego



... Atienza, verdes balcones,
Piedra en trazados cordones
Y en oleajes de escudos.
Siglos cayendo en vellones
Sobre los niños desnudos.




Triángulo de la plaza
Que el águila vé en declive,
Cuando, agüero de amenaza
Su sombra en la plaza inscribe.



Cementerios derruidos,
Claustros al pie, y campanarios,
Desde los ásperos nudos
Que en ovillos recogidos,
Guardan los itinerarios




Gerardo Diego



José Antonio Ochaita… fue un entusiasmado por las cosas de su pueblo que le hacen granjearse incontables amistades. Tomás fue amigo de Gerardo Diego y del poeta del Jadraque, a raíz de su mutua dedicación a la poesía, y aunque sin obra publicada, relata sus versos a cuantos le llegan, con tal pasión, que por sí solo es capaz de atraer a esa Atienza descabalada, a todo un ejército de curiosos, puesto que se sabe también , además de la histórica, la Atienza pobre de callejones sinuosos y la rica de vivas leyendas y misterios vivos en la voz de octogenarias atencinas que con la rueca y el uso cardan o hilvanan lana al tibio sol de las tardes de primavera, y se sabe Tomás, por encima de esos misterios, los místicos, las leyendas sacas que encierran las iglesias atencinas y cuenta en baja voz el misterioso crimen acaecido en su iglesia de San Juan tres o cuatro siglos atrás y habla de la joya, una más, que guarda el municipio en forma de óvalo que conserva una parte del velo de María, la Virgen de los Dolores, y presume, como no puede ser menos, de sus amistados , has servido de guía a don José Ortega y Gasset, a sus hijos, don José y don Miguel Ortega Spottorno, que con José Antonio y el alcalde Ortega han recorrido la villa paso a paso y ante todo de aquella relación exclusiva que le unión a Gerardo Diego, quien de propio puño y su misma letra, le dedicó uno de los más bellos poemas que sobre Atienza han quedado “para mi amigo Tomás Gómez” que Tomás y cuantos le conocen recitan a la carrerilla una y otra vez, como para mejor gustarlo.

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