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León Felipe

EL CAMINO DE LEÓN FELIPE:
DE LA ALCARRIA AL MUNDO



Actas del I Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Tomo II, pp. 453-462





El destino marcó a León Felipe apellidándole Camino. Fiel a su destino el escritor inició su andadura pronto, vagando de Tábara a Sequeros, a Villacarriedo... Pero el destino le llevó un día a Almonacid de Zorita, que hasta en el nombre, Al Monasir, proclama su condición de Camino y aquí nació a la poesía con sus "Versos y oraciones de caminante", escritas en 1915 durante su etapa de boticario accidental en la Farmacia de Fernández de Heredia, de abril en adelante.




Piedra a piedra -como dice él-, canto a canto, fue León Felipe construyendo su poesía, a partir del camino que encontró en el pueblo caminero donde aún cantan los pájaros de piedra de su iglesia, donde sonríe todavía la Virgen de la Luz en su Hermita, donde crecen los baladres bajo los soportales de la plaza, con sus dos fuentes, centro de las dos plazas que la componen.




Al peregrinar a ]a calle de Fernández de Heredia Rojo, al asomarnos a la Farmacia cerrada, a nuestra llegada nocturna - fieles al consejo azoriniano, de empezar nuestra visita a estas horas- y después, al amanecer, recién descubriendo el pueblo dormido -menos la plaza donde se aprestan ya los tenderetes del mercado del miércoles- comprendemos, quizás más que nunca, que el primer camino de León Felipe comenzara aquí y que fuera, en cierto modo, un camino místico y metafísico, un camino que parte de este entorno y que se eleva inmediatamente hacia Dios.




Sobre todo por la mañana -el segundo día de mi estancia en el pueblo- puedo entender mejor el nombre de Al-monasir...




Si llegáis por la carretera de Pastrana a Albalate, os daréis cuenta de que, antes de la grácil curva que os lleva hacia adelante, la carretera, el camino, se convierte en camino de ronda, que bordea la antigua barbacana de la ciudad, todavía visible. Si continuáis por la Avenida de los Caídos -así se llama ahora la calle, encontraréis la primer encrucijada y a partir de ella el nombre de "Calle de Ronda" confirmará vuestra intuición. Por ella llegaréis naturalmente a la segunda puerta de entrada al pueblo -La primera había sido la Puerta de Zorita, al llegar de Pastrana. Esta se llama -la llaman- Puerta del Cementerio, porque está frente al camposanto, tendido al pie de la Sierra de Alto Mira, en la falda del Cerro de Ventanillas ó de los Tres Palotes. A partir de aquí, el viejo camino de ronda, ronda la Travesía de la Estrella, se escapa por la calle de las Moreras y va a dar - también naturalmente- al camino, actual carretera de Bolarque. Si en vez de seguir el camino de ronda, entráis por la paralela barbacana iréis a dar a la espaciosa Plaza del Coso, patio ciudadano que os habla de los días en que Almonacid se llamaba todavía Al-monasir... el Camino. Porque esto es Almonacid, una encrucijada en el camino, la encrucijada donde León Felipe se encontró a sí mismo, al coincidir mágicamente su apellido con el del pueblo...




Ahora comprenderemos mejor el poema inicial, los poemas iniciales de los "Versos y oraciones de caminante", si tenemos en cuenta la carga religiosa, que siempre ha tenido el Camino, presidido por nuestro Camino Máximo, Vía Astral, que ayer evocábamos con palabra y con música : el Camino de Santiago.




Reflejo de aquel Camino indeleble son todos los que serpentean por los orcales o arcades, por las alcarrias de nuestra meseta. Y aquí en el primer alto de su vida andariega, León Felipe escribió la primera piedra, el primer verso que nunca le abandonara y que abanderó su obra entera:



I
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios por este camino
que yo voy.

Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol..
y un camino virgen Dios. (1)




Los versos de arte menor, como los callejones y callejas del pueblo nos conducen a las gradas del "rayo nuevo de luz", a las puertas de la Hermita de la Luz, conde León Felipe acaso la encontrara, para componer "la primera piedra que yo encontré (el primer verso que escribí) en un pueblo de la Alcarria al que quiero dedicarle aquí, ahora, ya viejo y tan lejos de España, mi último recuerdo" - un pueblo que recuerda con nostalgia y arrepentimiento medio siglo después de haber escrito el poema, con el que inicia su caminar.




Camino de pastor trashumante, entre las altas alcarrias, donde aprende, día a día, el secreto de su propio errar:




VI
No andes errante...
y busca tu camino.
- Dejadme. -
Ya vendrá un viento
fuerte que me lleve a mi sitio. (2)




"Contra el viento no puede nada la voluntad del hombre..." ha dicho, con razón, León Felipe.
A merced del viento trazará su vida errante por los caminos de España, de Africa, de América. Sobre todo, por los caminos americanos, que al cabo eligiera para vivir y para morir. Casi sin dejar rastro en alguno de ellos, como el que le llevara un día a la Universidad de Cornell, donde enseñaba su esposa


Bertha Gamboa y en la que él hizo también su aprendizaje de profesor...

Pero sigamos con su periplo alcarreño, al que nos hemos ceñido hasta ahora.


Retrocedamos en busca de alguna de sus claves. La que nos quiere definir, por ejemplo, la poesía:


Deshaced ese verso.
Quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma.


Aventad las palabras
y si después queda algo todavía,
eso
será la poesía. (3)



Por el mismo camino de la poesía pura -de su coetáneo Jorge Guillén, que encarnaba, entre nosotros, el ideario del Abbé Bremond, León Felipe buscaba otro horizonte, presidido, como hemos visto, por el Viento, porque "...Yo cuando el Viento ha huido a su caverna, me tumbo a dormir. Me despierto cuando El me llama ululante y me empuja. Escribo cuando El me lo manda".




En 1919 - a sus treinta y cinco años,- León Felipe se encuentra a sí mismo y puede trazar con mano maestra su "Autorretrato", el poema "Qué lástima", que se inserta naturalmente entre los mejores de nuestra lengua.




En él, y a la contra -que es quizás la manera más española de cantar, - el poeta nos desvela su alienamiento, su marginación, su completo desarraigo respecto a su patria y a su tiempo, confesándose sin canto, sin voz, sin patria ni comarca, ni patria chica, ni tierra provinciana.




AUTORRETRATO

!QUÉ LASTIMA!
!Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan.
!Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!



!Qué lástima
que yo no tenga una patria!


Sé que la historia es la misma, la misma siempre que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.




!Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
debí de nacer en la entraña
de la estepa castellana,
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta para poder cantar siempre en la misma tonada
el mismo río que pasa
rodando las mismas aguas
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.

!Qué lástima
que yo no tengo una casa!
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.





(Qué lástima
que yo no tengo un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada! Y, !qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!




Porque...¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casasolariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,






!Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!...(4)



No puede caber mayor desolación. León Felipe descubre en sí mismo al extranjero, al extraño. Lo hace sin dudar. Va recto a la diana de su total alienación, de su absoluta extranjería. Se considera extraño a cuantos valores tenía - y proclamaba - el español de su momento. Un extranjero en su propio país, exiliado en una tierra que le ha rechazado y a la que rechaza con violencia.




Pero el poema tiene un momento de inflexión. Toda la actitud negativa, que resume su vida hasta ahora - treinta y cinco años de buscar sin encontrarse, - se cambia como por ensalmo al mencionar un pueblo, una casa, un libro y, sobre todo, una niña que pasa...




Si León Felipe se había instituido en el otro por antonomasia, frente a los valores falsos que había visto a su alrededor, ahora un paisaje, una casa, un libro y sobre todo la niña que pasa, le devuelven al mundo, al aceptar en ella el otro, los otros de los que se había separado, a los que había rechazado. Y esa niña le señala -sobre todo, al abandonarle- el camino de la solidaridad, la nueva inserción en una patria recién encontrada :




Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.


Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.


Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
tan blanca.
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.


Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.


Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.


Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias de Pastrana,
esa niña que va a la escuela de tan mala gana.

!Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa!


Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!


Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella, entonces, me llama !tonto!, y se marcha.


!Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.


Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
que tenía un cristalito en la tapa.

Por aquel cristal se le veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...


Al cristal de esta ventana que
ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.


Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana,
!Y la muerte también pasa!

!Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada


y soy un paria
que apenas tiene una capa...


venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia! (5)




Si la muerte de aquella niña de Almonacid de Zorita cambiara radicalmente el tono de su poesía, otra catástrofe - la guerra incivil - cambiaría para siempre el tono de su poesía entera.




Antes de ella el camino de León Felipe se había convertido en peregrinaje y el poeta en "romero solo que cruza siempre por caminos nuevos". Después de ella, León Felipe, escoge los caminos del Exodo y del llanto y su peregrinaje le lleva por caminos de nuestra América cada vez más lejos -hasta que el poeta deja allí su cuerpo cansado en 1968.




"La guerra es, a veces, un gran avivador de conciencias adormiladas" - proclamaba otro gran andariego, que también hizo del ritmo del caminar, el de su poesía : Antonio Machado, que se pregunta a continuación: "De otro modo )qué razón habría para que los intelectuales tuvieran una labor específicamente suya que realizar en tiempos de guerra?" (6)




Cuando llega la guerra está León Felipe en Panamá y no duda un solo instante, trasladándose a España. León Felipe ha elegido, una vez más, su camino sin vacilar.




En la ocasión en la que muchos de sus compatriotas elegían un cómodo exilio, León Felipe renuncia a él y asume su condición de español fiel a la República.




Es ahora cuando puede gritar a pleno pulmón, tratando de salvar lo que había que salvar, acudiendo a cuantos sitios le necesitaban, convenciendo a Antonio Machado para que se dirigiera a Valencia, multiplicando su frenética actividad por todos los caminos posibles.




"Hay algo" - dice don Tomás Navarro (citado por Machado) en el modo de hablar de cada individuo que, por su sola virtud sin necesidad de otros datos o señales, caracteriza y distingue a ese individuo de los demás... el sonido de la voz (7).




Y Juan de Mairena, en un apartado dedicado también a Don Tomás Navarro Tomás precisa Sobre la voz. "Hombre necio habla necio" dice un proverbio popular, de cuyo total acierto no respondo; porque he conocido a hombres nada huecos de voz tonante y a más de un gaznápiro de voz apagada. Mas siempre he desconfiado de la voz desmedida - sobrada o insuficiente - de quien no calcula bien la distancia que media entre sus labios y los oídos de su interlocutor..." (8).




Salvo en tres ocasiones, le contestaría León Felipe, "porque tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe...
La primera fue cuando descubrimos este Continente y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: (Tierra! (Tierra! (Tierra!..




La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido, con una lanza rota y una visera de papel, aquel estrafalario fantasma de La Mancha lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres : (Justicia! (Justicia! (Justicia!...
El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos, sobre la colina de Madrid, el año 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo: (Eh! (Que viene el lobo! (Que viene el lobo!..(Que viene el lobo!(9)




Ahora podía gritar con todas sus fuerzas. Y continuar haciéndolo desde la lejanía, desde la desesperación. Ahora podía lanzar su anatema : "Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo.... (Más yo te dejo mudo... (mudo!"




Sí. Tenía razón. Nos habíamos quedado mudos, porque la lengua prístina se la habían llevado. Poco a poco la fuimos recuperando - quizás muy especialmente los poetas de mi generación, la malhadada y desamparada Generación del Medio Siglo- y él, desde lejos tuvo la entereza de reconocerlo.




Sin embargo, el desgarrón persistía, persistiría y León Felipe, como tantos otros, moriría lejos, definitivamente alienado, marginado para siempre, olvidado, a lo que parece por la España a la que había vuelto la canción.




Antes de morir quiso regresar a aquel camino desbrozado medio siglo antes. Desde México. Continuemos aquel mensaje estremecedor que habíamos empezado a citar al comenzar nuestra evocación: "... Me parece que estoy escribiendo a España a la que ya no veré nunca. Este fue el primer verso que yo escribí en mi vida. He querido que vaya al frente de todos mi libros."(10).







Quizás ahora podamos comprenderlo del todo. Repitámoslo







Nadie fue ayer, ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.


Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.




Almonacid de Zorita8, julio, 1992




P. S. Camilo José Cela, en su primer "Viaje a la Alcarria" dedica dos líneas a León Felipe. En el segundo, dos páginas enteras. Valga como ejemplo del nuevo aprecio que sentimos por el poeta peregrino. León Felipe fue ninguneado por todas las Españas, para las que el marginado es incómodo y el desarraigo un pecado. Los Profesores os dirán que es difícil encajar La figura de León Felipe en los esquemas generacionales al uso y ello es verdad porque los supera todos, supera todas las generaciones como su colega Walt Whitman, al que tanto admiró. Pero la verdad es que con esta excusa le niegan la entrada en el canon. Si le negaron el pan y la sal en vida, ahora le siguen negando, mientras puedan, la gloria, la eternidad, es decir el descanso.




Dice Camilo que Alnonacid le debe un homenaje a León Felipe y que los almonacileños sabrán saldar un día la deuda. Yo creo que León Felipe debiera descansar en vuestro cementerio, al pie de la ermita de la Virgen de los Desamparados.... Pero esto, lo dejo en las manos de Don Olegario, que ya en su día tuvo los arrestos necesarios para poner el nombre de León Felipe a la Asociación Cultural de Almonacid.







NOTAS
(1) León Felipe, "Antología rota", Biblioteca Clásica y Conteporánea, Losada, Buenos Aires, Argentina, 1978, p. 11
(2) Idem, Idem, p. 12
(3) Idem, Idem, p. 11
(4) Idem, Idem. pp. 13-14
(5) Idem, Idem. pp. 14-16
(6) Antonio Machado, "La guerra" Escritos 1936-1939, Colección, introducción y notas de Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero, Emiliano Escolar Editor, Madrid, 1983, p. 21
(7) Idem, Idem, p. 141
(8) Idem, Idem. p. 105
(9) León Felipe, "A. R.", p. 170
(10) León Felipe, "oh, este roto y viejo violín", Editores Mexicanos Unidos, México, 1982, p. 181












artículo de Jaime Ferrán (Director del Centro de Estudios Hispánicos, Siracuse University)

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