En la caída de la Alcarria sobre el valle del río Ungría, con un aspecto plenamente alcarreño, a sólo 11 Kms. de la capital y a una altitud de 895 mts. s.n.m., cuenta hoy con un censo de 1.157 hbs. en franco desarrollo.
Su origen es medieval, sabiendo que tuvo castillo, y ofreciendo su urbanismo claras muestras de haber tenido habitantes de las tres culturas: moros, judíos y cristianos.
La tradición dice que Horche fue conquistada por Alvar Fáñez de Minaya en la noche del 23 de junio del año 1085.
unas horas antes que lo fuera Guadalajara.
Sorprende la Plaza Mayor y varias de sus calles conservan los típicos soportales de las antiguas villas castellanas.
El barrio del Albaicín se pobló con las familias de moros rebeldes traídos de las Alpujarras. Muy grande y bien construida es su iglesia parroquial del siglo XVI.
Existen talleres artesanos de escultura en madera, talla y policromado, únicos en la provinciaLa villa de Horche se encuentra en plena comarca de la Alcarria alta.
Sus límites comarcales son: al Norte limita con Lupiana y con Romanones al este; con Guadalajara y Yebes al noroeste y, por último, con Armuña de Tajuña al sureste.
En la actualidad su población de derecho asciende a 2000 habitantes (dato de Agosto 2006), cantidad que continúa creciendo debido a su proximidad con la capital de la provincia y a la estación del AVE.
Se encuentra a una media de 895 m. de altitud sobre el nivel del mar y tiene como cota más elevada el pico de la Charola, de 940 m. de altitud. Horche se sitúa por encima de la vega formada por el valle de los ríos Ungría y Matayeguas, que desembocan al final de la misma en el rió Tajuña.
En su término se han hallado restos arqueológicos que atestiguan su poblamiento desde el Paleolítico. En la Cueva de la Galiana aparecieron restos correspondientes al Musteriense y Bronce Medio, y en la Fuensanta, al Bronce Inicial y Medio.
Fue fundada en el siglo VII por Sidi Abdremen que le dio el nombre de Orche en recuerdo de su pueblo natal en Mesopotamia, aunque historiadores afirman que antes de ser fundada como Orche, pasó por llamarse Ur en un principio y Urche más tarde.
Más tarde fue reconquistada a los moros por Alvar Fáñez de Minaya, primo del Cid, la noche del 23 de junio de 1085 (de este acontecimiento queda una reseña en las afueras de Horche, concretamente en el paraje conocido como las olmas de virivañez, donde las tropas de Alvar Fáñez pasaron la noche antes de continuar con la reconquista hacia Guadalajara). Después quedó incluida en la jurisdicción de Guadalajara.
Quizás fue en este momento cuando realmente se creó este enclave y sería poblado por pastores y ganaderos vascos que le pusieron nombre de clara raigambre euskera.
En 1537 consiguió de Carlos I, tras abonar los vecinos 5.000 ducados, el privilegio de Villa, que posteriormente Felipe II, en 1557, amplió a no poder nunca ser enajenada de la Corona y señorío del Rey.
En 1652, Felipe IV, lleno de deudas, quiso vender la Villa de Orche a Don Rodrigo de Sandoval Silva y Mendoza, duque de Pastrana, pero la protesta del pueblo, exhibiendo sus antiguos privilegios, evitó que se realizara la transacción,
Haciendo usos de sus derechos, los de Horche decidieron poner picota en medio de la Plaza Mayor, solicitando el encargo de la talla al cantero de Guadalajara Don Pedro de Medinilla, quien realizó una obra magnífica, rematada en múltiples adornos de estilo plateresco.
Hoy no queda nada de ella.
También se hizo por entonces un escudo de armas propio de la Villa, que consiste en dos cuarteles, uno sobre otro: en el superior, castillo de plata en fondo azul con dos olivos de su color a los lados; y en el inferior, dos manos aisladas, en su color, sobre campo azul.
Las guerras de Sucesión y de la Independencia asolaron a Horche, destrozando edificios y obras de arte, haciendo disminuir su población que, afortunadamente, ha vuelto a aumentar en los últimos años, al tomarse por una pequeña ciudad residencial y actualmente ronda los habitantes que tenía aproximádamente en el año 1900.
Tuvo su época de desarrollo en los siglos XVI, XVII y XVIII. Hoy aún conserva su trazado urbano de dichos siglos. Se pueden observar en sus calles puertas centenarias, verjas de forja, columnas de madera rústica en los soportales, rematadas por capiteles en forma de zapata.
El nombre actual de Horche fue impuesto por un secretario del ayuntamiento que decidió escribirlo así en los documentos oficiales a principios del siglo XX.
Calles asoportaladas, el ayuntamiento junto con la Plaza Mayor, en la que está situado, son un claro exponente de la arquitectura castellano-alcarreña típica de la alcarria. El Ayuntamiento, ochocentista, presenta fachada de soportales bajos y gran galería corrida en la principal. Este mismo tipo de casa se repite en los barrios del Albaicín y el de las Flores.
La Iglesia de la Asunción es renacentista, con gran atrio porticado de capiteles procedentes del cercano monasterio de San Bartolomé, en Lupiana y un altar neobarroco presidido por la imagen de Nuestra Señora de la Asunción. Se comenzó a construir en 1510.
De sillar y sillarejo al exterior, la torre es más o menos moderna, pues la antigua se hundió. El campanario da un aire señorial al pueblo y es visible desde una gran cantidad de calles.
El interior consta de tres amplias naves, con cubierta de buen artesonado de madera, obra de tradición mudéjar, aunque consta haber sido realizado en el siglo XVII. Tuvo un gran retablo mayor, destruido en 1936 durante la guerra civil y remodelado años después.
Actualmente se ha restaurado el interior de la iglesia y el tejado de las naves, próximamente se realizará una reparación general de la torre.
En total son cinco las ermitas que tiene Horche: En la entrada al pueblo desde Guadalajara se encuentra la Ermita de la Soledad, del siglo XVI, donde se guarda durante todo el año salvo durante la semana de fiestas, donde la imagen reposa en la Iglesia de la Asunción, se compone de un atrio porticado delante y un Calvario en las cercanías. Se inauguró en 1565. Las otras cuatro ermitas son las de San Roque, San Isidro, San Sebastián y la del Picuzo, situada en la sierra de Horche y visible desde el pueblo.
El Lavadero (o Labadero, como reza la placa en él situada) es un típico ejemplo de arquitectura funcional, un bello redondel donde el agua brota de los manantiales situados bajo el suelo, en la ladera de la montaña.
El agua brota también con fuerza de la Fuente Nueva, uno de los lugares más emblemáticos del pueblo. Es punto de reunión para todo el mundo, especialmente para los sedientos ciclistas que llegan a este punto tras haber subido el Puerto de la Fuensanta.
Todavía existe la tradición de venir aquí a llenar el botijo o las botellas antes de cada comida debido a su calidad y temperatura fresca (hace poco se ha declarado agua "no potable", aunque esta recomendación es ignorada por los lugareños). Otros lugares para pasear por Horche y que tienen mucho encanto son las calles de San Roque o de la Iglesia, la travesía de San Sebastián o el barrio del Albaicín y de las flores.
El convento de los franciscanos, nominado de San Juan de la Penitencia, fue fundado en 1602 por don Jerónimo de la Rúa, catedrático de Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, y cura de Horche durante una temporada. El convento se instaló en la casona de este prócer y la iglesia se comenzó a construir en 1623, con dinero aportado por él y por notables ayudas del Concejo, acabando su edificio en 1655.
Hubo en Horche numerosas fábricas de paños y lienzos, constando la existencia de hasta dos decenas de telares y un centenar de personas dedicadas a esta artesanía, de la que nada queda hoy en día.
A los horchanos se les llama "cabezudos" por la cantidad de pleitos judiciales que entablaron contra Guadalajara (la mayoría) o Lupiana. También "atravesados" por el dicho "los de Horche, que metieron la viga atravesada en la iglesia y como no cabía, ensancharon la puerta".
Muchos personajes ilustres, a lo largo de los siglos, han nacido en Horche. Por mencionar sólo a los más notables recordamos aquí a Domingo Román ( que fue obispo de Orense en el siglo XV), Miguel Pérez (catedrático en Sigüenza en el siglo XVI), fray Juan Calvete de Horche (jerónimo en el Parral), fray Juan de Talamanco (monje mercedario, nacido en 1692, que escribió, entre otros libros, la magnífica “Historia de la Villa de Horche”), Ignacio Calvo Sánchez (erudito historiador). Hoy cuenta Horche con un aplaudido escritor, Juan Luis Francos, académico de la Real de Historia, autor de diversas publicaciones e investigaciones en torno a la historia de este pueblo.
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