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Durón, "muralla de la Alcarria"

La Alcarria es la comarca más conocida y característica de la provincia de Guadalajara. Aunque es muy grande, podemos recorrerla en varias direcciones, y la que tiene su centro en los Pantanos es la que nos va a mostrar los mejores encantos de la comarca, tanto paisajísticos como patrimoniales y gastronómicos.


En la Alcarria hay que venir a ver suaves paisajes de olivares y cereal, pequeños valles cuajados de huertas y alamedas, pueblecitos arropados por cerros yesosos y formas antiguas de hacer y construir, de ver la vida con serenidad y en silencio.
Bajando desde Budia hacia el pantano, la siguiente parada ha de ser sin ninguna duda Durón, donde el aire de la Alcarria se adensa en construcciones típicas, hermosos edificios como el de la vieja Carnicería, la gran iglesia parroquial de manierista portada, la fuente barroca y el rollo a la entrada, aunque todo en Durón es admirable y merece una visita reposada.


Además este pueblo tiene parte de mi sangre. Mi madre Esperanza Roca nació en este bello pueblecito cuando su padre (mi abuelo materno) Saturnino Roca, fué secretario de esta localidad. Hoy en día tiene mi primo Eduardo una casa de las casas más bonitas de Durón y charlar con ellos en su emparrado a la sombra de los peñascos es una verdadera delicEn la orilla del amplio valle del Tajo, al pie de unas abruptas sierras cuajadas de pino, en un bello entorno de pura cepa alcarreña.

Su origen histórico es muy antiguo, pues es clave su situación sobre el Tajo y cruce de caminos hacia la meseta alcarreña. Tras la reconquista de la Transierra, en 1085, por Alfonso VI de Castilla, quedó extendido hasta esta orilla del Tajo el territorio propio de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza. Durón fue elegido como cabeza de un sesmo de esta Comunidad, pasando luego a depender del Común creado en torno a Jadraque.Con todo él, pasó en el siglo XV al señorío de los Carrillos, por donación que el rey Juan II hizo de esta tierra a su cortesano don Gómez Carrillo y a su mujer doña María de Castilla.


En 1478, el hijo de éstos, don Alfonso Carrillo de Acuña, cambió su señorío jadraqueño con amplio territorio por la villa de Maqueda y la alcaldía mayor de Toledo, que le ofreció don Pedro González de Mendoza, gran cardenal de España.


Este fue, pues, el primero de esta casa noble que lo poseyó, y luego fue pasando, incluido en el "Condado del Cid", a los marqueses de Cenete y duques del Infantado. El sesmo de Durón comprendía las villas y aldeas de Budia, el Olivar, Gualda, Picazo y Valdelagua.
Situada en el punto más céntrico del pueblo, a ella se accede por casi todas las calles. La iglesia parroquial de Durón se precede de un atrio cubierto, al que se asciende desde la plaza por una bella escalera de fuerte sillar en ángulo.

La portada se orienta al sur, y es un elemento labrado en sillería, de estilo barroco, con abultado dovelaje almohadillado, incluido en saliente cuerpo que remata en geométrica moldura. La torre, de planta cuadrada, lleva grabada la fecha de 1693.
Hasta la pasada guerra civil, tuvo un rico retablo que desapareció

La iglesia parroquial se precede de un atrio cubierto, al que se asciende desde la plaza por una bella escalera de fuerte sillar en ángulo. La portada se orienta al sur, y es un elemento labrado en sillería, de estilo barroco, con abultado dovelaje almohadillado, incluido en saliente cuerpo que remata en geométrica moldura. La torre, de planta cuadrada, lleva grabada la fecha de 1693.


La ermita de Nuestra Señora de la Esperanza, que antaño estuvo situada en el fondo del valle del Tajo, en una amena pradera de sus orillas, fue transportada piedra a piedra y rehecha, al ser inundado por el embalse dicho lugar, corriendo la Confederación Hidrográfica del Tajo con todos los gastos. Hoy se encuentra en uno de los lugares más bellos de la Alcarria, en un altivo saliente, rodeada de frondosos pinares, a gran altura sobre el valle y hondón donde las aguas del embalses azulean perennes. La ermita, de construcción barroca del siglo XVII, fue trazada y construida en 1629 por Juan García Ochaíta, a instancias del pueblo y obispado. Deteriorada pronto, hubo de ser reconstruida en 1700, estando en esta ocasión las obras a cargo de Pedro de Villa Monchalián, maestro montañés, constructor de la iglesia de Jadraque, quien le dio traza.


Es edificio de muy severas líneas y vanos moldurados con sencillez; posee una sola nave, gran crucero cubierto de cúpula hemisférica, y con talla de la Virgen de la Esperanza. Por eso mi madre se llamaba Esperanza.Es muy venerada en toda la comarca alcarreña, y dice la tradición, que a mediados del siglo XIV se apareció la Virgen, sobre las ramas de una encina, al pintor palentino Fernando de Villafañe, que por allí moraba. Este anunció en el pueblo su visión y el deseo de la Virgen de que se construyera una ermita, pero fue rechazado su relato, y sobrevino una epidemia de peste en pueblo de Durón. Entonces las autoridades y vecindario, asustados, decidieron construir la ermita en el lugar de las apariciones, ocurriendo después diversas peripecias en torno a esta construcción, pues en principio, de forma misteriosa, la que levantaban por el día, por la noche venía al suelo.


Percatados de que estaban construyendo en sitio diferente al de la aparición, se ajustaron muy precisamente a éste, y entonces una fuerza misteriosa les ayudaba en las obras, que ya fueron rápidas. Otros muchos elementos arquitectónicos, de cierto valor artístico y evocador, se pueden admirar en este pueblo, hasta el punto de hacer de Durón uno de los enclaves de más denso patrimonio histórico-artístico de la Alcarria.
Durón tiene cuatro ermitas en pie y en buen estado: Nuestra Señora de la Esperanza, San Roque, Santa Bárbara y Virgen de la Soledad; además dentro de su término municipal y cerca de la ermita de la Esperanza, se encuentran los restos de la antigua ermita dedicada a Santo Domingo.


La fiesta se celebra el día 15 de agosto con misa y procesión por la ermita; y el día 18 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de la O también con misa y procesión junto a la ermita. La víspera se procede a la típica subasta de los rollos elaborados con recetas antiguas elaboradas por las mujeres del pueblo.

En una época en que lo antiguo parece adquirir para unos un valor entrañable mientras para otros sólo es un retazo de la historia, vamos a adentrarnos en una parte del pasado con el sentimiento y el amor a este pueblo de Durón, como estandarte.
El título encierra el esfuerzo de unos hombres que, en una época difícil, vislumbraron la posibilidad de colaborar entre ellos. Se dictaron una serie de reglas que los primeros responsables se propusieron cumplir y así ha seguido siendo en el correr de los años. Es bien cierto que los objetivos han sido llevados a cabo hasta el final, aunque en los últimos años la historia ha dado un enorme vuelco y, haya sido por la emigración o por otras causas, el número de hermanos (miembros de la Cofradía) ha disminuido de forma alarmante.



Esto ha deparado que el ritual, específicamente detallado en las condiciones impresas, sea imposible de celebrar y que la idea original de los que hicieron posible la Cofradía sea irrealizable.
No se debe pensar por ello que el fin primordial no se cumple. Está fuera de toda duda que el pueblo se une ante la muerte de un convecino; pero es claro que no se debería permanecer absorto ante el previsible final de un sueño de nuestros antepasados, de una historia nuestra.


Esta introducción quiere significar la realidad de esta Cofradía, cuyos primeros pasos tuvieron lugar en los albores del siglo XVIII, reinando en España, a la sazón, Felipe V. Para conocer el espíritu que encierra, transcribimos la recepción en el obispado de Sigüenza de la petición cursada por los vecinos de esta villa en la fecha señalada.

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Todas estas palabras resumen el sentir de una época pasada, acaso perdida, pero son vestigios de nuestra lengua, trozos de nuestra historia, rememoraciones de nuestros antepasados. No las dejemos morir.

Un ilustre duronero,fué D.Basilio Antonio Carrasco, último obispo de Ibiza.


Nació don Basilio Antonio Carrasco Hernando, en esta villa, el 13 de junio de 1783, día en que la iglesia celebra la festividad de San Antonio de Padua, sobre las dos y media de la tarde, más o menos, siendo bautizado el día 15 del mismo mes y año en la iglesia parroquial de Santa María de la Cuesta por el párroco don José Marcos de Utrilla; era hijo natural del matrimonio formado por don Antonio Carrasco López y doña María Teresa Hernando, vecinos de Durón; sus abuelos paternos fueron don Antonio Sebastián Carrasco y doña María Magdalena López y los maternos don Juan Antonio Hernando, natural de Durón y doña María García, natural de Budia; fue su compadre de pila (lo que hoy en día conocemos como padrino de bautismo) don Antonio Hernando Herrero, natural y vecino de Durón.


Encontrándose su madre sola en la casa y estando ocupada en las tareas domésticas, tuvo necesidad de ir al establo, que se encontraba detrás de la cocina y allí le sobrevino el parto y dio a luz al niño. Su madre lo colocó en un porche donde comían los animales y se subió a una habitación, en cuya alcoba había una ventanita que daba a la calle; se echó en la cama y cuando oyó que pasaba gente se asomó y pidió a quien pasaba que le subiera al niño que lo había dejado en un porche.
El Doctor Carrasco Hernando tuvo una vida azarosa; desde muy joven sintió la llamada de Dios y se trasladó a la ciudad de Sigüenza donde entró de colegial en el seminario conciliar de San Bartolomé el día 11 de febrero de 1794, disfrutando de una beca del arciprestazgo de Cifuentes. Llegó a ser catedrático de Filosofía de Lugares Teológicos y profesor de Sagradas Escrituras en el seminario en el que estudió; años más tarde fue nombrado catedrático de Teología y rector del seminario de San Julián de Cuenca.


En 1820 ganó en concurso el curato de Cañaveras en la misma diócesis conquense y en 1825 obtuvo por oposición la plaza de canónigo lectoral de la S.I. Catedral de Cuenca. Fue un consumado escritor, ya que por encargo del rey Fernando VII entre los años 1823 y 1826, en unión de quien años después fuera obispo de Mallorca, el reverendo padre don Juan Antonio Merino, dirigieron y publicaron la <>, asimismo escribió otros libros, como <> y <> y tradujo del francés <>, escrita por Lamenais.


Fernando VII le nombró para la silla de Ibiza, siendo preconizado en Roma el día 30 de septiembre de 1831, consagrándose en Madrid el uno de enero de 1832 en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, y entrando en la diócesis ibicenca el día 4 de marzo de ese mismo año.
Hizo misiones en el convento de Santo Domingo al principio de su episcopado, predicando las doctrinas cristianas; a sus expensas envió cuatro eclesiásticos a predicar en las parroquias rurales.
Celoso defensor de la misión que se le había encargado, cuales eran la doctrina y los derechos de la Iglesia, protestó enérgicamente varias veces al Gobierno oponiéndose a todas las innovaciones y usurpaciones de aquel en materias eclesiásticas, exponiendo al mismo tiempo la verdadera y sana doctrina en los diversos escritos que publicó. Los periódicos religiosos de la época están llenos de sus exposiciones, por cierto firmaba con las iniciales YDOE, que leídas al revés querían decir El Obispo de Ibiza. Fue un verdadero defensor de los pobres, llegando hasta empeñar su pectoral para socorrer a los necesitados dando tantas limosnas que para comer tenia que pedir limosna.



El Rey le nombró Senador del Reino y fue presentado para el arzobispado de Valencia en 1847, cargos a los que renunció para seguir siendo Obispo de Ibiza, ya que él pensaba, y estaba en lo cierto, que si dejaba ese obispado no volvería a haber obispo en Ibiza, lo que después ocurrió, perteneciendo entonces la bella isla balear al obispado de Mallorca.

Su fallecimiento se produjo sobre las 10 de la noche del día 4 de abril de 1852 como desenlace final de un ataque cerebral que le sobrevino el día anterior. Su cadáver fue expuesto, según previene el ceremonial de obispos, y una vez embalsamado fue enterrado en el presbiterio de la catedral de Ibiza el día 7 de abril.


Asistieron a sus exequias, entre otras personas, los sacerdotes don Venancio García, cura de Durón; don Pedro Sanz, cura de Gualda; don Baltasar Martínez, cura de Berninches; don Victoriano García, cura de Yélamos; don Vicente Ortega, cura de Alocén; don José Maria Escudero, cura de Pareja; don Tomás Callejea, cura de Chillarón del Rey; don Estanislao Sánchez, cura de Mantiel; don Julián Ramos, cura de Irueste; don Andrés López, presbítero de Auñón y don Julián Cañadas, presbítero de Budia.

Curiosamente el ataúd en el que fue expuesto su cadáver y enterrado se hizo más grande por un error de cálculo, siendo necesario colocar un pequeño colchón de paja para que levantase algo y puesto encima el cadáver pudiese ser visto pos sus feligreses a los que tanto benefició.



Hay que reconocer la gran humildad y pobreza en que vivió, ya que nació en un establo y como primera cama tuvo un porche con la paja de los animales y en su ataúd descansa sobre un colchoncito de paja.

Años más tarde, concretamente el día 6 de octubre de 1880, se procedió al solemne enterramiento de su lengua en la parroquia de Durón, reliquia que se perdió en la Guerra Civil. En el lado de la epístola, en el presbiterio de esta iglesia, se abrió un nicho en el que se introdujo la urna colocándose una placa con la siguiente inscripción: <>
El pregón de dicho sepelio fue pronunciado por el cura párroco de Budia Licenciado D. José María Ruiz Montejo.


Este enterramiento se pudo llevar a cabo gracias a las gestiones que realizó D. Toribio Carrasco Baquero, secretario de Cámara que fue del obispo Doctor Carrasco y sobrino suyo, en carta dirigida el 24 de julio de 1.855 al Sr. Gobernador Eclesiástico de la Diócesis de Sigüenza.


El 11 de septiembre de 1898, siendo párroco don Hilarión Moreno, se procedió al enterramiento del corazón también en la iglesia de Durón; aunque según nos han manifestado las personas mayores de nuestro pueblo, hasta la Guerra Civil en que desapareció, estuvo enterrado en la Ermita de la Esperanza. De este sepelio se conserva un recibo en el que se indica que los costes ascendieron a la cantidad de 29 ptas. con 75 céntimos.





El viajero debe visitar el Calvario de piedra a la entrada del pueblo viniendo de Sacedón; la ermita de Santa Bárbara, muy sencilla; la ermita de la Soledad.Durón es ayuntamiento propio, pertenece al partido judicial de Guadalajara, dista de la capital 55 kilómetros está a una altitud sobre el nivel del mar de 755 metros y tiene una población de derecho de 110 habitantes.


Como ya hemos indicado Durón se asienta casi en el centro de la comarca de La Alcarria, famosa por su rica miel; a la orilla derecha del pantano de Entrepeñas y al pie de un montículo rocoso que le protege de los frios vientos del norte.
El origen del pueblo es muy antiguo, pues es clave su situación sobre el Tajo y cruce de caminos hacia la meseta alcarreña. Tras la reconquista de la Transierra, en 1085, por Alfonso VI de Castilla, quedó extendido hasta esta orilla del Tajo el territorio propio de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza.


Durón fue elegido como cabeza de un sexmo de esta comunidad, pasando luego a depender del Común creado en torno a Jadraque. Contodo él paso en el siglo XV al señorío de los Carrillos, por donación que el rey Juan II hizo de esta tierra a su cortesano don Gómez Carrillo y su mujer doña María de Castilla. En 1478 el hijo de estos, don Alfonso Carrillo de Acuña, cambió su señorío jadraqueño con amplio territorio por la villa de Maqueda y la alcaldía Mayor de Toledo, que le ofreció don Pedro González de Mendoza, gran Cardenal de España.
Este fue, pues, el primero de esta casa noble que lo poseyó, y luego fue pasando incluido en el «Condado del Cid» a los marqueses de Cenete y duques del Infantado. El sexmo de Durón comprendía las villas y aldeas de: Durón, Budia, El Olivar, Gualda, Picazo y Valdelagua.
(Del libro «Crónica y Guía de la Provincia de Guadalajara»).
Pascual Madoz, autor del «Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar» en Madrid entre los años 1845-1850, hace la siguiente descripción de la Villa de Durón:
«Durón: v. con ayunta. en la prov. de Guadalajara (6 leguas), part. jud. de Cifuentes (3), aud. tern. de Madrid (15), c. g. de Castilla la Nueva, dióc. de Sigüenza (9). srr.: en la pendiente de un cerro coronado de enormes peñascos, le combaten libremente los vientos, y las enfermedades más comunes son: fiebres intermitentes, dolores artríticos y pulmonías: tiene 132 casas, divididas en 2 barrios por un arroyuelo de curso perenne: Ayunt. con cárcel, escuela de instrucción primaria, concurrida por 30 alumnos a cargo de un maestro dotado con 1,230 rs. de los fondos públicos y 291 de unos censos; un hospital en el que se recogen los pobres transeuntes; una fuente de buenas aguas, aunque de escaso caudal; un molino aceitero y una igi. parr (Sta. María de la Cuesta), servida por un cura cuya plaza es de provisión real y ordinaria; hay además 2 capellanes; el cementerio se halla en posición que no ofende a la salubridad pública; fuera de la población, pero inmediatas a la misma, se encuentran 3 ermitas (Ntra. Sra. de la Soledad, San Roque y Sta. Bárbara): Terr.: confina N. Gualda y Valdelagua; E.Mantiel y Chillaron; San Alocén, y O. Budia y el Olivar: dentro de esta circunferencia se hallan al NE. a la dist. de 3/4 de leg., 1 ermita dedicada a Sto. Domingo, al E. y a 114 de hora un bonito santuario dedicado a Ntra. Sra. de la Esperanza, con una casa de campo que habita un ermitaño; en las inmediaciones de la indicada ermita de Sto. Domingo hay una casa de campo titulada la Nava en una hermosa explanada con cerca de piedra; tiene todas las comodidades que son de desear; entre ellas oratorio con la advocación de Ntra. Sra. de las Angustias, y en sus inmediaciones una huerta, un buen plantío de olivos y viñedo, una hermosa fuente que además de proveer a las necesidades domésticas, sirve para regar la huerta; hay también una bodega y una era de pan trillar; esta magnífica posesión se hizo a expensas del limo. Sr. D. Pedro Inocencio Bejacano, obispo de Sigüenza, el cual se retiraba a ella en las temporadas del estío: en la actualidad la habita en calidad de mayordomo, un eclesiástico con varios criados de labranza; el terreno participa de monte y llano, en lo general es flojo, pedregoso y de secano: tiene algunos trozos de bastante miga y más feraces; hay buenos bosques de encina con excelentes pastos; le bañan el arroyo de que queda hecho mérito, y el río Tajo, cuyas aguas, por su profundo cauce, no pueden utilizarse para el riego. Caminos: los locales todos de herradura y en mediano estado. Correo: se recibe y despacha en la estafeta de Budia por un propio. Prod. trigo, cebada, avena, legumbres, vino, aceite y alguna fruta; se cría ganado lanar, cabrío, mular y asnal; hay caza de perdices, conejos y libres, algunos corzos y venados, muchas zorras, lobos y garduñas; pesca de barbos, anguilas y truchas: lnd. la agrícola, un molino harinero, otro de aceite, 2 telares de lienzos ordinarios y alguno de los oficios y artes mecánicas más indispensables. Comercio: exportación de vino y aceite, e importación de los artículos de consumo que faltan, de los cuales se surte el vecindario en los mercados de Brihuega, Budia, Sacedón y Cifuentes, Pobl.: 149 vec., 479 alm. Cap. prod.: 2.822,250 rs. lmp.: 225,780. Contr.: 19,289. Presupuesto municipal: 7,600 rs. Se cubre con los fondos de propios y reparto vecinal.»


Es necesario precisar que para daros una vuelta andando tranquilos, debeis de no olvidaros de pasear por un desfiladero que atraviesa los peñascos y que está protegido por ser nido de aves en extinción... y puedes volver por la ladera contraria tomando la izquierda cuando acaba el desfiladero, hasta volver a el arroyo que baja de Budia, cruzando la carretera para entrar de nuevo al pueblo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para mi el lugar más bello de Guadalajara y en el que he pasado los momentos más felices de mi vida. Doy gracias a la persona de la mano conocí este pueblo y viví esos momentos que ya nunca olvidare. Te quiero pequeño y te seguire queriendo siempre aunque ya te haya perdido.

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